La heterotopia es nuesta carta forzada.
Pero nos queda la carta de la utopia para jugar

La situación más común a la que se enfrentan los profesionales del campo psi hoy en día es la de tener que recibir peticiones de personas que no saben a quien dirigen su queja.

Tres profesiones se reparten la misma clientela : la más antigua es la del psiquiatra, la segunda en la lista es todavía la del psicoanalista y la más reciente es la que ejercen algunos de los que se han diplomado en psicología (llamada por eso “clínica”) que es una psicoterapia que pretende ser inspirada más o menos por un discurso científico que fue, en otros tiempos, el del psicoanálisis, pero que hoy en día es el discurso de las ciencias cognitivas, pero también, el, menos exigente, de los manuales de desarrollo personal.

Ninguna de estas tres profesiones reniega de los efectos terapéuticos basados, en un principio, sobre la acción, sea, para el psiquiatra, de la potencia de los fármacos psicótropos, acompañada de una terapia moral que puede ejercerse sin embargo, gracias a la ayuda de una transferencia, pero que puede llegar al punto de recurrir a la necesaria retención por los muros de una institución; sea, para el psicoanalista, sobre los efectos terapéuticos basados en la potencia de la palabra cuando consigue favorecer que las asociaciones libres la desaten sin objetivo previo, acompañadas evidentemente de una transferencia, pero que puede incluso pasar por fases negativas; sea, por fin, para el psicólogo, por la importancia de una empatía más o menos ilustrada por un saber previo a la comunicación de los pensamientos por el uso de la palabra y aprovechándose a porfia del poder de la sugestión  que beneficia de la fuerza de seducción de la transferencia.

En los tres casos, vemos que la transferencia, incluso si su concepto ha sido aislado y teorizado por el psicoanálisis (que pretende sin embargo obrar en vista de desanudar el enlace que la transferencia instaura analizándolo) tiene un papel protagonista. Pero no se puede pensar que esta transferencia pudiera estar inducida por el facultativo y el sólo; la práctica demuestra que la parte que viene del paciente para despertarla es determinante, si no queremos reducir su eficacia a la “seducción del médico”, como se decía antaño, lo que todos se esfuerzan en denunciar con la virtud por delante para poder aprovecharse de ella de una manera solapada.

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