Compañía para un Renacimiento
del Psicoanálisis en Europa

Cada uno de nosotros, en su lengua y en su respectiva ciudad, hemos hecho un psicoanálisis y a veces nos hemos convertido en psicoanalistas. Sin jamás alienar nuestra libertad que quedó incólume, nos hemos sometido, sin embargo, a ciertas reglas muy estrictas que por lo general perduran desde los orígenes del psicoanálisis.

Derivan estas reglas de las costumbres del territorio que ocupamos en la cultura, a medio camino entre los artes y las ciencias. Ellas delimitan nuestra disciplina, atravesada desde siempre por la diversidad de las lenguas que han logrado, cada una con su espíritu propio, remodelar y enriquecer el discurso.

Incluso si este territorio no se delimita como un verdadero país, consta que su espacio se ubicaría en Europa, ya que el Consejo que la administra, al no poder armonizar aún derechos nacionales, ha asumido la tarea de defender el derecho de las costumbres vigentes.

Por haber podido respetar esas reglas, que deben considerarse como nuestras costumbres, el devenir analista llega a ser aceptado, y no por haber aceptado cursar una carrera universitaria. Es así que nos hemos percatado de que la cura con la cual nos hemos beneficiado no se incluía en el marco de las terapias bajo la rúbrica de lo “sanitario “, de la “salud mental” que depende de la competencia legislativa de cada uno de nuestros estados.

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